Lecturas recomedadas

 Escuela de parejas


El curso pasado procedimos a la lectura de los 4 libros publicados de la universidad de padres de José Antonio Marina, cuya referencia tenéis en el blog. Y ahora nos sorprende gratamente con un nuevo título, "Escuela de Parejas", entendemos que es la clave fundamental para que la educación de nuestros niños y niñas transcurra con éxito y armonía. Nos gustaría que aquellos que dispongáis  de más tiempo para la lectura lo adquiráis ya que me parece imprescindible en la biblioteca de familias jóvenes.

Aquí os dejamos el enlace: http://www.universidaddepadres.es/index.php?option=com_content&view=article&id=516&Itemid=476









José Antonio Marina
1.- La educación del talento



Para educar a un niño hace falta la tribu entera…

El objetivo de la educación es desarrollar el talento de los individuos y de las colectividades. Los gurús del management insisten sin descanso en la necesidad de talento, y hay profesionales que se dedican a buscarlo. A todos nos gustaría tener talento. Todos lo admiramos. La cuestión es cómo desarrollarlos en nuestros niños/as, y también en nosotros. no hay simplificaciones milagrosas. Ni se puede ser <<millonario al instante>>, ni <<aprender chino en veinte horas>>, ni conseguir ninguna de esas maravillas que prometen libros timadores. el talento es un hábito y, como todos los hábitos, difícil de adquirir.
Hay también muchos tipos de talento. Esta obra pretende ayudar a nuestros niños/as a descubrir los suyos. Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias fortalezas y debilidades. Pero también hay un talento básico que debemos intentar desarrollar universalmente, y de este trata sobre todo este libro. Talento para saber qué hacer con los demás talentos y también con nuestras limitaciones.
  •      La educación del talento                                                Yo pienso, pero no siempre sé lo que pienso. Dan, siete        años
  • La inteligencia generadora                                                Todo el mundo es listo en algo. Me pregunto en qué seré listo yo. Gregorio, seis años.
  • La inteligencia generadora de deseos                        Una madre estaba contando en compañía de su hija de tres años.                                                                           _Uno. Dos…¿Qué viene después del dos?_ preguntó             _Demasiados _ dijo la niña.
  •  La inteligencia generadora de sentimientos             ¿Qué sería del hombre sin el niño/a que le ayude a educarse? María Montessori, pedagoga.
  • La inteligencia generadora de ideas                          Estoy segura de que entendería las matemáticas si entendiera las palabras con que me la explican. Berta, ocho años
  • La inteligencia ejecutiva                                                  ¡Me gustaría que mi cuerpo hiciera lo que yo le digo que haga!. Miriam, siete años, después de fracasar en su intento de ejecutar un paso de baile.
  • La aparición de la voluntad                                              ¿Y cómo voy a hacer algo si no tengo ganas de hacerlo?. Manolo, ocho años.
  • Los criterios de evaluación
  • Acceso a la cumbre.
 No debemos pensar sólo en el mundo que dejamos a nuestros niños/as, sino en los niños que dejamos a nuestro mundo. Jorge Semprún.

      Un principio del arte de la educación es que no se debe educar a los niños conforme al presente, sino conforme a un estado mejor, conforme a la idea de la humanidad y de su completo destino.
                                                       Kant: (Pedagogía)


 José Antonio Marina
El cerebro infantil: la gran oportunidad
El estudio del cerebro ha tenido resultados espectaculares en los últimos años, pero estos conocimientos se han aplicado más en la clínica que en la escuela y en la educación de nuestros niños y niñas. Este distanciamiento no es sensato. Del cerebro dependen nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra personalidad, y es muy importante que padres y docentes conozcamos su funcionamiento, porque el cerebro es la fuente de oportunidades de nuestros hijos y alumnos.
En esta obra no se nos invita a que todos hagamos de neurólogos, sino a que tengamos una idea general de cómo funcionamos, de la razón biológica de nuestras capacidades y de nuestros problemas. Debemos exigir a los neurocientificos que investiguen en este terreno, y utilizar despué sus conocimientos para la educación de nuestros hijos.
·         La gran oportunidad
Todas las cosas deben hacerse lo más sencillas posible, pero no más.
                                                                        Albert Einstein
1. El bebé y su cerebro
·         La arquitectura del cerebro.
La conciencia es coherencia cuántica en los microtúbulos, Roger Penrose
La coherencia cuántica en los microtúbulos tiene la misma capacidad explicativa que la varita mágica del hada madrina tocando sinapsis, Patricia Churchland
·         La matriz de la personalidad
Los árboles impiden ver el bosque, pero para ver un bosque hay que ver muchos árboles, José Antonio Marina.
1.   Lo que el niño sabe al nacer
·         El cerebro poético
1.   La plasticidad
·         El diseño de la propia memoria
-La memoria es la inteligencia de los tontos,
- Usted si que es tonto
1. La memoria transfigurada
·         Cómo mejorar el cerebro que conoce
Mi experiencia personal, como psiquiatra y como padre, es que podemos reforzar la función reflexiva con explicaciones directas sobre el funcionamiento del cerbro. Donald J. Siegel
1.   La mejora de la inteligencia
·         Cómo se puede mejorar el cerebro que siente y se emociona
El fin de la inteligencia es la prosecución de metas enfrentándose y superando obstáculos. Sin metas, el concepto mismo de inteligencia, carece de sentido. Las emociones son los mecanismos que plantean las metas más elevadas del cerebro, Steven Pinker.
1.   La inteligencia generadora de emociones y la inteligencia gestora de los sentimientos
·         Cómo mejorar el cerebro ejecutivo
Hay cada vez más niños estadounidenses, y cada vez con más frecuencia, que consideran agobiante el esfuerzo que implica comer una manzana :  demasiado trabajo arduo para las mandíbulas y los dientes y, además, una inversión de tiempo excesiva para la cantidad de placer obtenida. A estos niños también les desagrada tener que pelar una naranja y prefieren beber un jugo envasado, Zygmunt Bauman.
1.   El cerbro ejecutivo


José Antonio Marina
3.-Los secretos de la motivación
La motivación despierta un interés universal. Los padres quieren motivar a sus hijos, los docentes a sus alumnos/as, los jefes a los subordinados, las empresas a sus clientes, los políticos a los votantes… También queremos motivarnos a nosotros mismos; cuando nos sentimos aburridos, cansados, desesperanzados y desearíamos poder lanzar un grito de ayuda:¡Por favor, que alguien me motive! Incluso el propósito de este breve texto es motivarle a leer el libro que tiene entre manos. ¿Cómo lograrlo? He ahí la cuestión fundamental.
En este libro no pretendemos convertir a nadie en psicólogo experto en comportamiento, sino en prácticos de la motivación, en personas capaces de detectar las manipulaciones emocionales, y también expertas en animar y estimular a los demás y, por supuesto, a si mismas. _No nos cabeduda de que es nuestra competencia más deseable.
Allá vamos… Si hemos conseguido motivarle con esta contraportada, adelante.
·         Los mecanismos de la motivación
·         El cambio de conducta
Dadme un niño/a y haré de él lo que quiera, un ingeniero, un artista o un asesino. Jhon Watson
·         Los tres grandes deseos. Cómo educar la motivación
Todo método que intenta hacer beber a un caballo sin sed. Es rechazable. Todo método es bueno si abre el apetito de saber y aguza la necesidad poderosa de trabajar. Celestin Freinet
·         Sesión de entrenamiento. ¡ A entrenar!
No se aprende a nadar leyendo tratados sobre natación, sino lanzándose a la piscina. Fórmula:
   Fuerza de motivación=deseos + valores (incentivos, metas)+ facilitadores

·         Toma de decisiones. Comienza la humanización
·         La motivación para la tarea
No es que yo sea más inteligente. Es que me he enfrentado a los problemas durante más tiempo. Albert Einstein
·         La personalidad bien motivada
Oblígalos a construir juntos una torre y los convertirás en humanos, pero si quieres que se odien, arrójales comida. Una civilización reposa sobre lo que se exige a los hombres, no sobre lo que es dado. Lo que nutre su corazón no es lo que recibe, sino lo que dan. Antoine de Saint-Ezupéry


José Antonio Marina

4.-La Inteligencia ejecutiva

Este no es un libro más sino un paso innovador y decisivo que está llamado a revolucionar la idea que tenemos de la educación. La inteligencia ejecutiva se encarga de dirigir todas las capacidades humanas. En ellas reside nuestra grandeza y nuestra esperanza. La función principal de la inteligencia humana es dirigir bien el comportamiento. No basta con almacenar conocimientos, no basta con desarrollar la inteligencia emocional. Haberlo olvidado es la causa de graves problemas personales, educativos y sociales. La inteligencia ejecutiva se encarga de hacer proyectos, tomar decisiones, utilizar los conocimientos, gestionar las emociones mantener el esfuerzo, aplazar la recompensa, realizar metas a largo plazo. En ella tiene su origen la libertad humana.

Esta inteligencia no es innata, el niño/a tiene que aprenderla. Será su gran talento. Ayudarle a que lo consiga debe ser el gran objetivo inmediato. Estamos en el inicio de una nueva era.

    Tenemos que convencernos de que la naturaleza de la verdad es la de triunfar, cuando le ha llegado su momento, y debemos estar persuadidos de que sólo entonces aparece. Jamás se presenta demasiado pronto, es decir, cuando no tiene todavía un público maduro.
                                                                                             Hegel

·      El gran giro
    En el principio era la creación. Goethe, Fausto
·      Definición en negativo
    Nuestra capacidad racional no consiste tanto en conocer el     mundo como en ser capaz de controlar nuestros propios impulsos. Friedrich Hayek
·      El niño al asalto del poder
    Una acción voluntaria es algo que una persona pede hacer cuando se lo pidan. Daniel Wegner
·      La organización
                    Si lo sé, no vengo.
    Recién nacido al contemplar la agitación que le rodea
·      La transfiguración de la inteligencia
De la existencia de procesos inconscientes que no podemos controlar, hemos sacado la equivocada consecuencia de que todos son incontrolables. Lionel Naccache
·      Nuestro asesor de decisiones
    La civilización avanza ampliando el número de operaciones  importantes que podemos realizar sin pensar en ello. Alfred North Whitehead.
·      La educación del bucle prodigioso
          Las cosas deben ser tan sencillas como nses posible, pero no más.                                              Atribuido Albert Einstein.
·      La educación del carácter
    Las cosas deben ser tan sencillas como sea posible, pero no más.
    Antoine de Saint-Exupéry
                       

CALIDAD DE VIDA: EDUCACIÓN Y RESPETO PARA EL CRECIMIENTO INTERIOR DE NIÑOS Y ADOLESCENTES 

  ¿Qué entendemos por calidad de vida? La calidad de vida es un bienestar social general de los individuos y sociedades, la felicidad, la satisfacción de la persona,… No debemos confundir calidad de vida con nivel de vida, ya que éste último se refiere principalmente a los ingresos. Por lo tanto, somos nosotros mismos los que la vamos procurando paso a paso.
En este libro, Rebeca Wild nos hace reflexionar sobre la calidad de relacionada con la educación.
            Tanto en educación como a nivel familiar, tenemos que tener en cuenta que un niño es eso un niño feliz, no tiene preocupaciones, la mayor preocupación para un niño es ir averiguando cosas para ir satisfaciendo sus necesidades. A un niño no se le puede atosigar en el momento de aprender, y actualmente es lo que está pasando en educación. Hay unos objetivos que alcanzar al finalizar el curso escolar, al finalizar la etapa y al finalizar la enseñanza obligatoria, pero, ¿nos hemos parado a pensar en que nuestros alumnos/hijos no son máquinas? Son personas que tienen su ritmo de aprendizaje, diferentes maneras de motivación; como profesores, lo que  debemos hacer es ayudarles en ese camino de aprendizaje.
            Si observamos al bebé, desde el momento que nace ya está aprendiendo. ¿Hay alguna clase para bebés en la que se les enseñe cómo deben succionar en el momento de ser amamantados? No, y es por el simple hecho que él va aprendiendo poco a poco (sin  nosotros darnos cuenta o valorarlo), tiene una necesidad (hambre) y busca sus recursos guiado por instintos.  “Si permitimos a los bebés “hacerse a sí mismos” bajo unas condiciones adecuadas, construir sus movimientos y confrontarse con el mundo por medio de los sentidos guiados desde dentro, se demuestra que, en cada etapa, renuncian a unas seguridades y comodidades recién adquiridas para lanzarse a nuevas aventuras cuyo objetivo y resultado desconocen. No obstante, sólo lo presenciaremos si somos capaces de confiar en el impulso de desarrollo del niño, si respetamos su propio ritmo y préstamos la suficiente atención que nos permitirá percibir y seguir la intención interna y los intentos que resultan de ella. Esta participación interesada compensa con creces que frenemos nuestro impulso, casi irresistible, de dirigir al bebé, de motivarlo, de orientar su atención aquí y allá y de refrenarlo, y que, en lugar de ello, intentemos percibir los intereses e intenciones del niño.  Cuantas más formas nuevas de movimiento pruebe y conquiste para sí mismo un niño pequeño, tanto mayor será su capacidad de acceder al uso de sus sentidos y más complejos se harán sus propios objetivos, que para nosotros a menudo apenas son reconocibles. Con nuevas oportunidades para moverse, sus decisiones contemplarán siempre nuevos factores: arriba y abajo, izquierda y derecha, lejos o cerca, esperar o afanarse son solo algunas de las categorías de las que aprende a ocuparse. A la par del desarrollo de sus músculos y su coordinación, de su sentido del equilibrio y su capacidad de discernimiento, se entrena su voluntad. El sentir interno y externo se unen al percibir matices grandes y cada vez más sutiles de las cualidades de la realidad: grande y pequeño, delgado y gordo, alto y bajo, pesado y ligero, ruidos y silencioso, grueso y fino, áspero y liso, duro y blanco, caliente y frío, oscuro y luminoso, móvil e inmóvil, agradable y desagradable. Son extremos entre los que se pueden captar miríadas de sutiles diferencias.
En el medio normal de un niño pequeño, estas cualidades suelen presentarse mezcladas. Una cosa que es blanca puede ser, por ejemplo grande o pequeña y al mismo tiempo de colorido variado. ¿No es sorprendente que un bebé ya pueda percibir unas características determinadas a partir de este caos relativo y le dedique una atención especial a aquellas que corresponden a su estado de interés del momento?
            La curiosidad que tienen los niños es inmensa y ella les hace crecer, aprender. Si se la quitamos, los tendremos desmotivados y lo único que harán es asistir a la escuela para dar la lección, el día del examen escribir aquello de lo que se que acuerden y por lo tanto cumplir con unos objetivos estipulados para todos. ¿Pero esos niños realmente han aprendido algo? Pasará el tiempo y solo recordarán aquellas pequeñas ocasiones en que pudieron descubrir algo por ellos solos y fue todo un hallazgo, esa pequeña anécdota o recuerdo es un aprendizaje. Aprendieron por si mismos.
            En la escuela no-directiva el alumnado aprende a su ritmo gracias a la curiosidad; el profesorado es el encargado de acompañarle, cuando el alumno pida ayuda solventar sus dudas. Motivarlos en esa búsqueda de aprendizaje, garantizar que se respeten los límites y las reglas acordadas para que aprendan en un ambiente relajado. Hay que remarcar que este acompañamiento en el aprendizaje que damos a los niños en su desarrollo, no debe realizarse únicamente en la escuela, debemos ir unidos escuela y familia. Si desde pequeños no se crea un ambiente adecuado los problemas comienzan a surgir en la adolescencia; por ejemplo, si un niño crece con un déficit de amor, cabrá esperar que los busque cuanto antes junto con compañeros que sufren una carencia similar. Si el llanto y la risa, que ayudan a liberar naturalmente la tensión no afloran suficientemente, el organismo busca salidas de emergencia.
Una frase de David Elkind: “Early ripe, early rot”, ha demostrado ser cierta, alumnos que rehuyeron a su niñez: prematuramente maduros y prematuramente extraviados- sin seguridad emocional, sin la capacidad de formarse su propio juicio y de conocerse un poco a sí mismos-, que se acogieron al reino lleno de riesgos de la adolescencia, entrando en relaciones sin auténtica responsabilidad y dándose cuenta a continuación de que no se puede jugar por mucho tiempo a ser adulto cuando todavía no lo es.
            Para terminar esta pequeña reflexión me gustaría remarcar que los niños sólo adquieren suficiente confianza en sí mismos para interactuar enérgicamente con su entorno si se sienten suficientemente amados. Sin esta base, no tendrían la fuerza para disfrutar plenamente de la aventura de un mundo por descubrir y para superar las consiguientes trabas. Debemos dejar disfrutar a los niños de cada etapa de su desarrollo-vida: la niñez, la adolescencia, la juventud y la madurez.



EDUCAR PARA SER: VIVENCIAS DE UNA ESCUELA ACTIVA REBECA WILD 


El mito educativo dominante
Carl Gustav Jung juzga nuestra situación con las siguientes palabras: “Por regla general el individuo es tan inconsciente que desconoce por completo sus posibilidades de decidir y por ese motivo, siempre anda buscando, miedos y desorientado, reglas externas a las que atenerse. Aparte de la general insuficiencia humana, la culpa de esta situación, en buena medida, la tiene la educación porque se centra exclusivamente en aquello que generalmente se sabe y, en cambio, no habla de la experiencia personal del individuo. Así, se enseñan ideales de los cuales la mayoría de veces se sabe con seguridad que nunca podrán ser realizados y que, por oficio, los predican aquellos que saben que ellos mismos nunca los han realizado y nunca los realizarán. Esta situación se acepta sin el menor reparo”.
Primeras experiencias en los jardines de infancia Pestalozzi
Cómo los niños y las personas jóvenes pueden crecer en un mundo rápidamente cambiante de tal modo que su ser y, con él, su capacidad de adaptarse de una forma positiva a las nuevas circunstancias, no se vean debilitados por el proceso educativo, sino más bien reforzados. C.G. Jung, destaca, con una cierta urgencia en el tono, que nuestro desconocimiento de las propias fuerzas psíquicas y de nuestro mundo interno es justo lo que nos hace unos seres tan susceptibles e incluso, a menudo, tan peligroso. Nuestro miedo a los procesos desconocidos que, de forma prácticamente inadvertida, tienen lugar en nuestro interior nos pone preferentemente en manos de aquellos poderes que nos prometen seguridades y nos quitan responsabilidades. Así, sacrificamos sin reparos nuestra autonomía a una autoridad externa si con ello nos podemos ahorrar el dolor del autoconocimiento, los sufrimientos que conllevan nuestro crecimiento individual interior y nuestra responsabilidad personal.
Maria Montessori confía al propio niño la conducción de su pequeño automóvil mediante la cual aprende a conocer las capacidades que posee para dominar sus propias circunstancias vitales y a ensayar con ellas.
Dio derecho al niño a la actividad individual, a que escogiera libremente sus ocupaciones y siguiera su propio ritmo. Mostró la importancia de que el adulto tenga una actitud autocrítica e interesada en el desarrollo del niño, aprenda a reprimir su necesidad de controlar cada situación e intente satisfacer, sin condiciones, la necesidad que tiene el niño de experiencias sensoriales, de movimiento y de dedicación.
La tarea del maestro en la Escuela Activa es observar, unas veces está en cuclillas sobre la alfombra con un pequeño grupo de niños, otras, está sentada en uno de los pequeños taburetes junto a un niño, y se inclina, igual que el niño, sobre su trabajo. Nunca se oye su voz por encima de las de los niños hablando en un tono educativo, siempre procura pasar desapercibida y no alterar con su presencia la atmósfera que los niños han creado ni robarles la iniciativa.
En este ambiente preparado que ofrece tantos atractivos, pero en el que los adultos no ejercen ningún tipo de presión, se pone claramente de manifiesto que todo niño, si anteriormente no ha recibido un trato demasiado irrespetuoso o desatento, posee una guía interior que orienta su conducta. Esta guía le encamina hacia una actividad u otra, le posibilita seguir su propio ritmo y encontrar un nuevo equilibrio en cada una de las actividades que realiza. Si se le permite que siga esta guía, el niño, a pesar de su corta edad, consigue actuar como una persona segura de sí misma, alegre, dispuesta a ayudar y capaz de disfrutar en toda plenitud cada día de su vida.
Antes de que el niño pueda someterse a la difícil tarea de tomar decisiones por sí mismo, debe tener cubiertas todas aquellas primeras necesidades que le oprimen desde su interior. Forma parte de nuestro trabajo corresponder a los deseos del niño si notamos que estas necesidades no las tiene cubiertas. Por ejemplo: si a un niño le ha faltado el calor del amor materno, durante semanas o incluso meses se arrimará siempre que pueda a la maestra. Otra manifestación típica del niño inseguro es muchas veces la agresividad.
En la Escuela Activa, al principio, evitamos recomendarles un juego determinado. Intentamos adivinar si verdaderamente disfrutan observando a los otros y si con el tiempo ellos solos podrán decidirse por una actividad. Sin embargo si advertimos que la decisión les resulta claramente dolorosa les damos a escoger entre dos posibilidades. Valoramos su edad y, si es posible, sus intereses y les mostramos dos cosas distintas con las que pueden jugar.
Una de las tareas más importantes de los adultos es la de proteger al niño cuando éste llega a vivir momentos de verdadera concentración.
Lo importante es la actividad del niño, que con los sentidos bien agudizados experimente “en su propio cuerpo” la realidad. Más tarde, cuando el niño ya está impregnado de su propia experiencia y empieza a descubrir paralelismos en el material específico que manipula, la maestra aprovechará la ocasión para dar una pequeña “lección” informal: “Esto es alto, esto es bajo”.
Los materiales no estructurados, siempre nuevos y variados. Es importante que los materiales estructurados tengan una presentación vistosa y atractiva. Por lo que respecta a los materiales no estructurados es muy importante el “factor sorpresa”. Aparecen en el ambiente de forma imprevista.
La disciplina en la escuela activa: El niño tiene que respetar las reglas de la casa que son bastante rígidas y surgen de la necesidad de crear un espacio seguro para cada persona. Los límites de la libertad de cada individuo los establece, única y exclusivamente, la consideración de los derechos legítimos de los otros y de la propia seguridad. Al principio, son los adultos que vigilan que estas reglas se cumplan, pero muy pronto la vigilancia la llevan a cabo los propios niños. Esta autodisciplina que se va formando con cada uno de los actos autónomos hace del niño una persona que, más tarde, podrá asumir las concretas responsabilidades de su mundo porque, ya hoy, se le permite que se responsabilice de sus propias acciones.
La escuela activa es un sistema abierto donde juegan y trabajan juntos niños que se llevan hasta tres y cuatro años de diferencia, en lugar de ser divididos en grupos homogéneos según edad y nivel de inteligencia. El material estructurado tiene la peculiaridad de que atrae a los niños de acuerdo con sus capacidades y experiencias, de modo que se crean unas ciertas divisiones. Los niños pequeños aprenden más fácilmente de los niños mayores que de los adultos, porque la distancia entre ellos no parece tan insuperable. Es cierto que en esta agrupación vertical no hay demasiado lugar para las conocidas competiciones en las que se disputa quién es mejor que el otro, quién recibe más elogios, quién saca notas más buenas. Así, en cambio, los más débiles o lentos evitan el trauma precoz de que “no sirven para nada”.
La convivencia entre niños sanos y niños discapacitados es un ejercicio muy valioso para aprender a respetar. Muchas veces perciben más claramente que los adultos qué es lo que el niño discapacitado puede hacer por sí mismo y para qué cosas necesita ayuda.
Repercusiones en los adultos
En la atmosfera Montessori, uno se siente estimulado a imitarla y a hacerlo todo igual de bonito; no sólo desea crear un ambiente verdaderamente atractivo, sino también llegar a encarnar el ideal de maestro Montessori: siempre vestido aseadamente, siempre tranquilo, amable y seguro y, así, día a día, con la misma disposición de ánimo, reunir un grupo de niños limpios, tranquilos y amables que, imperturbables, avanzan por el camino de la perfección y el saber elevado.
El maestro que trabaja en el sistema libre se encuentra, él mismo, en un proceso de reeducación: en un estado relajado, tiene que aprender a anteponer las necesidades de los niños a las propias.
En relación a los padres, una preocupación que nunca cesa es cómo sus hijos superarán el cambio al sistema escolar tradicional. Hay que intentar tranquilizarles pues la experiencia ha demostrado que los niños que proceden del sistema libre son totalmente capaces de adaptarse a otras situaciones y superan el cambio sin ninguna dificultad. Es más, en la mayoría de casos, se han convertido en alumnos ejemplares.
Entender significa inventar
Piaget muestra que el niño se parece mucho al adulto por lo que respecta a sus funciones más importantes. Al igual que el adulto, el niño es un ser activo, y su actividad está subordinada a las leyes de los intereses y de las necesidades internas y externas.
Piaget señala explícitamente que es imposible educar a las personas para que piensen éticamente si su ética consiste en subordinarse a la autoridad de los adultos y si la única expresión social que anima la clase se da a nivel individual, entre el alumno y el maestro.
A partir de los comentarios de Piaget se saca una doble conclusión: no es aconsejable empujar a los niños a una situación escolar obligatoria sin tener un conocimiento sobre la naturaleza del niño, como mínimo, igual de profundo que sobre la naturaleza de la materia que se desea enseñar. Deberíamos reformar nuestros métodos de enseñanza de tal modo que no contrariasen las leyes de la naturaleza infantil. Tendrían que ponerse como objetivo principal el despertar las aptitudes latentes del niño y evitar que éste asimilara las diversas tácticas de autodefensa para poder conservar su integridad en medio de una situación de aprendizaje que es injusta con él.
Uno de los conocimientos más importantes es el de la integridad del niño. Independientemente del estadio de desarrollo en el que un niño se halle, éste es siempre una unidad orgánica completa. Sus experiencias y su forma de captar el mundo son válidas en todo momento y dignas del mayor respeto. Esta unidad pasa por continuas transformaciones provocadas por la influencia, dinámica y recíproca, que se da entre el individuo en crecimiento y su entorno y a través de la cual, ambos, el individuo y su mundo, cambian constantemente. A lo largo de este proceso de incesante transformación, el niño tiene que llegar siempre a nuevos equilibrios; a través de cada nueva vivencia los equilibrios antiguos son reorganizados y llevados a un nuevo nivel de comprensión.
El elemento más importante de esta educación y también el que, más a menudo, da lugar a interpretaciones falsas es el aprendizaje operativo. Se realiza a través de una actividad espontánea, experimental y en continua renovación, con una variedad de materiales concretos que deben ser de dos tipos: estructurados y no-estructurados. El niño aprende a afrontarse a todas aquellas dificultades que contiene cada material y a superarlas de acuerdo a su nivel. Esta actividad operativa posibilita la formación de conexiones con estructuras medulares y el desarrollo de estructuras de la inteligencia que, a su debido tiempo, conducirán a la abstracción y a generalizaciones válidas. Para esta actividad el niño necesita libertad, muchos materiales distintos que vayan continuamente cambiando y que los adultos se inmiscuyan lo menos posible.
En la escuela activa, aprendizaje figurativo ocupa un segundo lugar, aunque la mayoría de veces, como ocurre en la vida real, se da de una forma paralela con el aprendizaje operativo. El aprendizaje figurativo no tiene nada que ver con aquello que un niño adquiere por sí mismo, sino con todo aquello que adopta, es decir, con imitación, memorización, lengua, costumbres y hábitos. Sin embargo, este aprendizaje sólo tiene sentido si el niño dispone de una amplia base de aprendizaje operativo. Si falla esta base, un exceso de aprendizaje figurativo puede conducir a desfiguraciones y, finalmente, al olvido algo que conocemos de los exámenes en los que se piden saberes, que mayoritariamente son de tipo figurativo. Una ley que vale para que cuenta es sobre todo su intensidad, y no la cantidad de conocimientos aprendidos.
El aprendizaje connotativo, además de familiarizar con indicaciones crea una relación entre las dos primeras formas de aprendizaje, entre acciones y palabras, entre la experiencia directa y sus símbolos. A través del trato con adultos y con otros niños, el niño capta palabras y conceptos y aprende a repetirlos. Así, poco a poco, comprende qué concepto corresponde a cada situación.
En el jardín de infancia y en la escuela, el juego simbólico, no sólo debería estar permitido, sino, además, potenciado con materiales adecuados, observado  por adultos atentos y valorado correctamente, ya que mediante este juego el niño intenta librarse de la presión interna de las vivencias que le oprimen.
No hay dos días iguales
Lo que hace posible que el maestro de la escuela activa planifique su clase no es saber qué puede “preguntar”, sino su observación atenta de las acciones espontáneas de los niños en su trato con los materiales concretos y con los otros niños.
La clase activa nos permite la máxima flexibilidad.
La escuela activa no trabaja con un método, sino que crea muchas y distintas situaciones de la vida y de aprendizaje. Cada situación y cada niño requieren una adaptación. Cada día el niño tiene que sentirse totalmente lleno de vida.
“El mejor hombre no es nunca aquel que fue menos niño, sino, al contrario: es aquel que cuando llega al trigésimo año de su vida encuentra reunido en su corazón el maravilloso tesoro de la infancia.”

Un sencillo currículum triple
Toffler avisa de que “el analfabeto de mañana no será aquel que no sepa leer, sino aquel que no ha aprendido a aprender”.
Si el pequeño se acostumbra a parcelar excesivamente la realidad y a aplazar la vida para cuando toque la campana o para cuando ya haya superado un examen cada año le va a resultar más y más difícil recuperar el sentimiento de que él es una unidad, un ser íntegro.
Un currículum con sentido conserva la unidad del niño consigo mismo y con su mundo. Se basa en todas aquellas peculiaridades infantiles que configuran la fuerza del organismo joven: su tendencia al movimiento, su curiosidad, la intensidad de sus sentimientos y su placer sensorial. Si reprimimos las partes del niño e intentamos convertirlo tan rápido como sea posible según nuestras perspectivas de adultos y le empujamos hacia una forma de pensar analítica y reflexiva, el niño pierde progresivamente su curiosidad natural. Sus sentidos se vuelven apáticos, busca cobijo en su inteligencia práctica innata y, a menudo, ésta reaparece de forma indeseable.
En el currículum triple, el centro siempre es el niño mismo y la plena realidad de su vida. A partir de este centro crece la armonía que atraviesa todos los procesos de aprendizaje, junto con el currículum de los intereses personales del niño, sus etapas de desarrollo y su progresiva participación en la cultura general.
El primero de los círculos concéntricos, en el que se produce la energía para todos los otros procesos, tiene su centro en el interés personal del niño. En primer lugar este interés surge de la necesidad de sentir, de moverse, de amar y ser amado. No podemos perder de vista que un currículum que no tenga en cuenta estas necesidades fundamentales del niño pone en peligro la unidad del joven organismo y separa el proceso de aprendizaje de su impulso original, un impulso que primordialmente está al servicio de las leyes del propio crecimiento. Si empezamos a enterrar esta fuente natural de energía, tendremos que recurrir a motivaciones para el aprendizaje procedentes del exterior como son: los castigos y los premios, la competencia entre los niños y la promesa de grandes éxitos; recursos que hacen que el niño “anhele” el futuro. O en los casos más positivos: la acrobacia de un maestro los “engancha” tanto, que  los niños aprenden con gran ilusión todo aquello que él les ofrezca. Sin embargo, mediante estos mecanismos, la dirección y la programación del niño son desplazadas al exterior y todas las vivencias de la realidad presente son sustituidas por las promesas de un futuro que, por experiencia, sabemos que raramente se convierte en presente real.
Los niños se interesan, sobre todo, por personas reales: en primer lugar, por su propia persona y su propia familia, progresivamente ésta se irá ampliando e incluirá a otras persona extrañas a ella. Después vienen los animales, las plantas, los elementos naturales y todos los objetos que se pueden manipular sin peligro. Finalmente, el contacto con la vida de los adultos, si ésta no se ha convertido en algo demasiado complicado y artificial. De modo que tenemos que tomar muy en serio todo aquello que el niño experimenta fuera de la escuela y todo aquello que le impresiona. Cada mañana, cuando los niños llegan a la escuela explican lo que les ha pasado, traen algo interesante de su vida familiar y todo esto lo transforman en pintura, escritura, juegos, cálculo  y en todas aquellas actividades que les posibilitan los materiales que en la escuela tienen a su disposición. En la escuela, los niños, con un interés inquebrantable, no paran de buscar nuevos estímulos y nuevas ocasiones para observar, probar, preguntar e imitar.
En un primer momento, el aprendizaje operativo, figurativo y connotativo del niño gira alrededor de sus intereses personales. El niño aprende a escribir sobre sus vivencias y a hacer cálculos, mediciones y curvas comparativas a partir de ellas, aprende a leer cosas que le cuentan las experiencias de otros en este mismo campo. Al niño le gusta hablar sobre sus experiencias y lo hace de una forma despreocupada, así, poco a poco se da cuenta de que su propia perspectiva no siempre coincide con las experiencias de los otros.
Animado por sus intereses personales, el niño amplía el círculo de sus experiencias y, de acuerdo con su naturaleza y las leyes de maduración y crecimiento, recorre el currículum de sus etapas de desarrollo. Estas etapas son las mismas para todos los niños, sin embargo, cada niño tiene su ritmo. Se trate del crecimiento intelectual o del crecimiento social del niño, las etapas de desarrollo influyen en su manera de pensar y de actuar. A través de su actividad práctica, el niño asimila de nuevo los conceptos de masa, peso, volumen, movimiento y geometría. A menudo, este currículum del desarrollo de los niños es totalmente distinto del currículum escolar prescrito. Los libros de texto más usuales son un claro testimonio de que las personas que planifican la formación apenas tienen en cuenta el desarrollo interior de los niños.
La escuela activa se propone dejar que cada niño aprenda de acuerdo con el ritmo de su desarrollo y a través de actividades reales en un mundo real. Las situaciones de la vida real agrupan a niños con un grado de madurez distinto para realizar una actividad en común. Sin embargo, el nivel de aprendizaje puede y debe ser distinto para cada niño. Una de las ocupaciones más fascinantes del maestro activo es observar el hacer de los niños, escuchar sus conversaciones y, por el tipo de preguntas y respuestas que hacen, evaluar sus respectivas etapas de desarrollo. A través de esta observación, cada vez le resulta más fácil ponerse a su nivel y sentiré más cerca de ellos.
Si respetamos a cada niño en su etapa actual, le ayudamos, sobre todo, a que su grado de seguridad personal sea más elevado. Al mismo tiempo le permitimos que, en el nivel de desarrollo en el que se encuentre, recoja tantas experiencias como sean posibles para que, después con la sensación de una mayor riqueza, pase sin esfuerzo al próximo nivel. Si como adultos conseguimos que nuestra impaciencia no trastorne estos procesos internos y les abastecemos con el alimento necesario, el niño aprenderá a valerse por sí solo y no dependerá toda su vida de una dirección externa.
El tercer “currículum” conduce a una conquista del mundo, a una conexión dinámica con las experiencias de otras personas y al encuentro con una cultura general. El niño va descubriendo que su propia experiencia actual está en relación con las experiencias de otras personas que viven en lugares alejados o que pertenecen al pasado.
En este estadio de nuevos e intensivos intereses no sólo es importante, qué aprende un niño, sino cómo lo aprende.
Los niños nunca tienen que tener la sensación de que el maestro “explota” su interés para sus objetivos. Los niños que no participan en estas actividades pueden ocuparse con todas las otras posibilidades que tiene a su disposición y el maestro se toma los intereses de estos niños tan en serio como los de los que juegan y trabajan en grupo.
A medida que vivimos cada día plenamente con los niños, el plan de estudios va creciendo de una forma orgánica a partir de las auténticas necesidades de los niños y de los adultos. El centro de gravedad del aprendizaje siempre está en el niño y no debe ser desplazado a los maestros o a los libros de texto. Siempre procuramos que la propia actividad de los niños y sus experiencias vaya por delante de cualquier información que el maestro pueda ofrecer.
El cerebro, en condiciones de vida normales y a medida que va madurando, adopta la función de elaborar todas aquellas experiencias que se han hecho en circunstancias positivas de tal modo que se las comprende y de nuevo son aplicables en otras situaciones. La escuela activa cada día vemos como los niños dedican a las actividades elegidas por ellos mismos más constancia y fuerza de la que podríamos esperar que dedicarían a actividades impuestas desde fuera.
En la medida que los niños se sienten respetados y amados, adquieren la capacidad de transmitir este respeto y este amor a otras personas, de sentir sus necesidades y satisfacerlas.
El ambiente de la escuela se adapta a los intereses cambiantes de los niños y a la ampliación del currículum. Los procesos de aprendizaje siguen, en gran parte un ritmo natural:
1.Un primer interés a través de estímulos internos o externos.
2.Largos períodos de experimentación activa.
3.Ampliación de la actividad elegida por el niño a otras áreas de conocimiento.
4.Escribir, leer y calcular en relación con el círculo de temas que han surgido de la relación dinámica entre niños, adultos y el mundo en concreto.
Escribir y leer como formas de expresión y desarrollo personal
La educación abierta es un método que sigue la naturaleza del niño, en lugar de luchar contra ella.
Los niños de ciudad viven en un espacio limitado y, por lo general, no pueden explorar solos los alrededores de sus casas y encontrarse con niños de su misma edad. Es importante que posibilitemos a los niños procedentes del campo una experiencia escolar que no les separe y aleje de su vida habitual. La escuela debería confirmarlos en su experiencia real de la vida y mostrarles cómo de una forma progresiva pueden llegar a abastecer y a simbolizar sus experiencias concretas sin renunciar a sus valores culturales. La escuela activa se convierte en un lugar en donde se ayuda a elaborar las experiencias de la vida y, en caso de necesidad, se posibilitan experiencias vitales de las que los niños carecen.
En este sentido, invita a todos –maestros y alumnos- no solamente a utilizar un camino ya prescrito que en línea recta conduce a la adquisición de capacidades y conocimientos, sino a descubrir muchos y diferentes caminos. Potencia las capacidades creativas naturales del niño y, por otra parte, aviva constantemente su curiosidad y sus ganas de descubrir cosas nuevas, en lugar de fatigarlo con la repetición de todo aquello que, de todas formas, el maestro ya sabía mejor desde un buen principio.
Si queremos que la expresión escrita de los niños esté llena de vida y no sea simplemente un cliché de algo que han escuchado o leído no podemos poner trabas a la vitalidad de la expresión oral. Y las trabas la ponemos cuando consideramos que el que tiene más derecho de hablar, en clase es el maestro, precisamente aquel más ejercitado en hablar.
Si queremos que los niños se dediquen a leer y escribir, a parte de algunos recursos técnicos, sobre todo necesitamos vivencias válidas: cosas que nos interesan vivamente, contactos humanos que nos transmiten calor y que piden calor de nosotros.
La palabra escrita, es al principio el maestro y más tarde los niños mismos los que procuran que la palabra escrita sea, por decirlo de algún modo, omnipresente y que desde los distintos centros de interés llame la atención a todos. Los grandes signos, los anuncios y carteles se renuevan y cambian según convenga.
Cuando el niño empieza a escribir sus primeros pequeños textos hemos de vigilar en no señalar sus faltas. Naturalmente, nosotros, los adultos, creemos que un niño así nunca aprenderá a escribir bien, que si desde un principio no erradicamos sus faltas se acostumbrará para siempre a escribir mal. Pero con ello estamos infravalorando la inteligencia humana y su tendencia innata a enfrentarse a la realidad hasta donde lo permitan las propias fuerzas.
Tenemos que dar a los niños la oportunidad de que desarrollen su propio estilo de vida y, que junto con éste, también desplieguen su lenguaje.
El placer de calcular
Cada movimiento del cuerpo en el espacio y en el tiempo, cada juego con cosas concretas, cada participación en la vida práctica de la familia, en definitiva, absolutamente todas y cada una de las relaciones con personas, animales o cosas, para el niño, en realidad, son cálculo y sus primeras matemáticas.
En un libro americano dirigido a los maestros se afirma que, antes de los siete años, se deben “enseñar” los siguientes conceptos básicos para que la posterior enseñanza de la aritmética tenga éxito: tamaños y formas (grande, pequeño, algo, bajo, recto, oblicuo, etc.), longitudes y distancias, contenido, cantidad, comparaciones, cálculo de espacio, de tiempo, de velocidad, dinero, descripciones de datos sensibles y el uso de los números del 1 al 10. ¿Cómo se pueden enseñar todos estos conceptos si no es a través de la propia actividad del niño apoyada por el libre fluir de palabras descriptivas? En la mesa de agua y en la arena, al jugar concentradamente con recipientes y utensilios de todo tipo; en la cocina, al pesar, medir, contar y comparar, al verter líquidos y remover, llevando y trayendo cosas; al poner la mesa y al repartir la comida; en el jardín, al medir el terreno de cultivo, arar, repartir las semillas, al trasplantar y al regar, al escribir la fecha y durante el período de espera hasta que llegue el tiempo de la cosecha; en la carpintería, al medir y observar los ángulos; en la imprenta, al contar las letras y las páginas imprimidas, al recortar el papel, prepara la tinta y organizar todo el proceso de trabajo; al realizar todo tipo de manualidades que implican  cortar, dividir superficies, trazar líneas, doblar, decorar, mezclar, amasar y dar formas. Todas estas actividades, que los niños realizan con tanta naturalidad y mediante las cuales se convierten en personas felices y equilibradas, contienen, aparte de una gran cantidad de impresiones sensoriales y de movimientos llenos de energía, todos los fundamentos prácticos del cálculo. En todas estas actividades sólo se necesita dar un pequeño paso más, un empujoncito, para lograr que los  niños, sin dejar su actividad preferida, entren en conocimiento de la forma más agradable con la teoría de conjuntos, la adición y la sustracción, la multiplicación, la división, el cálculo de áreas y de volumen, con los tantos por ciento y con todos esos, como quiera que se llamen, fantasmas espantosos.

Explorar el mundo
En la escuela activa ayudamos a los  niños a que abran sus sentidos, su corazón y su entendimiento y a que, paso a paso, “exploren y conquisten el mundo”. Como más respetado se sienta un niño, más fértil puede resultar esta abertura al mundo, al mundo exterior y a su propio mundo interno.
Las asignaturas movidas no están separadas de las asignaturas propiamente dichas. El arte y los trabajos manuales, el trabajo práctico, la música, la danza y el deporte son valiosas posibilidades de expresión para la vida activa de un organismo sano. Son de gran ayuda para reforzar la autoconfianza, crear equilibrios y favorecer la destreza y la armonía con el mundo circundante.
El trato personal con cosas vivas, plantar y cuidar las plantas, la observación, la experiencia del nacimiento y el crecimiento, del marchitarse y el morir, transmite al niño el respeto por un mundo que siente y sigue sus propias leyes. Del mismo modo que el niño se siente a sí mismo y se saber respetado, sabe reconocer y sentir las necesidades de otros seres vivos.
Si queremos que los escolares aprendan a explorar el mundo de una forma correcta no tenemos más remedio que dejarles que experimenten, en su propia piel, el mundo real y noten ellos mismos las diferencias cualitativas entre las cosas manipulables, más o menos inanimadas y la naturaleza viva con sus innumerables manifestaciones. En último término, ni los sermones moralizantes sobre la protección del medio ambiente, ni las diapositivas o los mejores libros ilustrados consiguen transmitir al niño la sensibilidad para aquello que está vivo. Creemos que los niños  que ha experimentado que sus necesidades auténticas eran respetadas sabrán proteger también todo lo que en este mundo tiene vida. Solamente cuando los niños no han perdido el sentido por su propia vida pueden aprender a medir el valor de la vida de otros seres y a asumir la responsabilidad relacionada con su medio ambiente.
Niños, educadores y padres en la escuela activa
El hecho de convivir mezclados niños de distintas edades y grados de inteligencia impide que el adulto trata a los niños como si todos hubiesen salido “del mismo molde”, como si todos pudiesen mantener un ritmo de aprendizaje único e idéntico o como si día tras día pudieran interesarse por las mismas cosas.
En la escuela activa, los niños siempre están superando nuevas dificultades y o siempre toman, como muchos piensan, el camino que presenta menos dificultades.
Las peculiaridades de cada niño son respetadas y conservadas.
Al cabo de la jornada escolar, después del trabajo y a pesar del cansancio, esta actitud hace que no se sienta ni “hordado” ni “ahuecado”, sino que tenga un sentimiento de paz y de haberse enriquecido. Cada día deberíamos estar en situación de poder recoger los tesoros que han dejado los niños: no únicamente libretas llenas de hermosos redactados y de bonitos dibujos, sino, sobre todo, una nueva comprensión de su realidad.
La experiencia en la escuela activa nos enseña que no solamente tenemos que trabajar con dos áreas de saber: la materia a enseñar y los métodos de enseñanza que, por cierto, a menudo andan cojeando detrás de los últimos conocimientos de la psicología. Según Schumacher, los campos de saber son cuatro: en primer lugar, mi propio interior; en segundo lugar, cómo me ven los otros; en tercer lugar, cómo es el interior del otro; en cuarto lugar, cómo es el otro por fuera.
¿Pedagogía o terapia?
La escuela debería dar constantemente a los niños la oportunidad legítima de liberarse de sus tensiones interiores, sea cual sea su origen. Y por la misma razón, la escuela debería evitar, por todos los medios, causar, ella también, este tipo de tensiones.
Mirada retrospectiva y previsión
Si comparamos los niños que llevan años en el sistema activo, que ya han crecido en él, con otros que una gran parte de su tiempo la han pasado sentados en los bancos de la escuela o inclinados sobre sus mesas, lo que primero nos llama la atención es la mayor seguridad de movimientos en los  primeros. Sin que se los presione especialmente ayudan a mantener el orden de los espacios comunitarios. La mayoría de veces son capaces de resolver conflictos de un modo que a los adultos nunca se nos ocurriría. Por lo general saben acabar con las situaciones de estrés mejor que nosotros.


 Este es el primer resumen de la trilogía de la autora, Rebeca  Wild:

Educar para ser Vivencias de una escuela activa.
Calidad de vida Educación y respeto para el crecimiento interior de niños y adolescentes
Libertad y límites Amor y respeto Lo que los niños necesitan de nosotros

Forman parte de la bibliografía que nos hemos propuesto como lectura a revisar, en un intento de integrar actitudes que mejoren nuestra función educadora.




“LA INFANCIA FELIZ” Steven Harrisson 




            Una de las aspiraciones básicas de la educación actual es preparar a los jóvenes para desempeñar un papel en la sociedad. Ésta es probablemente una buena idea para la sociedad, pero buscando la eficacia para producir ciudadanos trabajadores, ¿no nos estamos perdiendo el significado más profundo y el objetivo más elevado del aprendizaje?, ¿no nos estamos olvidando del espíritu del niño y del propósito de nuestras vidas?, ¿no estaremos ahogando la extraordinaria y frágil expresión de una vida natural integrada y llena de entusiasmo?
LA INFÁNCIA FELIZ
El aprendizaje y la felicidad
            
 La opinión generalizada es que los niños han de ser modelados, enseñados, educados. Bajo este punto de vista, los niños no tienen fuerza de vida inherente que merezca el respeto que concedemos a la población activa. No podemos enseñar a nuestros hijos a beber profundamente de la vida porque el conocimiento de la vida no se transmite con la voluntad. Pero los niños son capaces de entender con gran facilidad si no tienen impedimentos, especialmente si perciben que los adultos a su alrededor aprenden continuamente.

Educando al niño en su totalidad
          
  Necesitaríamos reconocer la inconmensurable y pre-establecida disposición genética del niño junto con la aparente plasticidad de la mente en respuesta al entorno.
            Necesitaríamos educar al niño en relación, considerando, el conjunto de atributos que constituyen al niño, además de su forma de interactuar con el mundo y la respuesta de éste.
            Nuestro sistema educativo, al igual que nuestra economía, está establecido para crear un producto. Un niño que tenga la oportunidad de explorar y de investigar las fuentes, el significado y la utilidad de la información, y que disponga de la habilidad de manejar y de trabajar dicha información, será capaz de moverse cómodamente en el futuro.
            Forjemos una posibilidad diferente: niños íntegros, todavía no desarrollados completamente, pero moviéndose con fluidez a través de sus pensamientos y de sus sentimientos, explorando sus capacidades interiores y exteriores, profundamente conscientes de los sistemas sociales en los que viven. Démosles un entorno que les apoye, la libertad para expresarse y la responsabilidad de su propio aprendizaje. Démosles comunidades educativas dentro de las cuales los estudiantes dirijan su propio aprendizaje sin coacciones, sin amenazas, sin persuasiones; donde dispongan de la responsabilidad de su propio aprendizaje y de la libertad que surge de forma natural con esa responsabilidad. Es más, unámonos completamente a ellos para explorar la vida, porque sin nuestra plena participación su camino estará cargado con los despojos de nuestros miedos.
            Los niños tiene la habilidad de exponer sus necesidades educativas, a no ser que nosotros les arrebatemos dicha habilidad por la fuerza, o intimidándoles, o con la expresa amenaza de la violencia. Si les dejamos tomar las riendas de su propio aprendizaje, este principio de auto-dirección supondrá en sí mismo una dimensión de la educación que nunca tendrá lugar en el entorno de los colegios vigentes que nutren información a la fuerza a estudiantes pasivos.
            Muchos padres quieren sencillamente mandar a sus hijos a algún sito, y evidentemente, ellos se van a otro, no habiendo encuentro entre los dos.
            El aprendizaje sin coacciones tiene lugar en un entorno receptivo, donde el niño es informado de los hechos, sin ser empujado hacia ninguna orientación educativa en particular. Los niños son interactivos; comunican y reciben información continuamente. El simple acto de la escucha abierta y la respuesta honesta y directa, que no despoja al niño de su responsabilidad, ni le impone autoridad alguna, sustenta el potencial del niño íntegro. Lo que se enseña no es tanto la información, el concepto o la técnica, sino la demostración de una interacción partiendo de los puntos en común en la relación. Esto, dado el resultado, ya es mucho, y sin duda suficiente.
Aprender a fallar
            Desde una edad temprana recompensamos a nuestros hijos con premios, a menudo artificiosos, para motivarles a que continúen actuando  de determinada manera. Lo que confunde a muchos niños es que nunca se les da la oportunidad de descubrir lo que a ellos les gusta, lo que impulsa a su entusiasmo y a su energía a comprometerse por completo. Los  niños no tienen normalmente la oportunidad de descubrir lo que significa el fracaso, y es por eso que quizá no conozcan nunca el significado del éxito.
            Podemos dar a los niños de hoy la oportunidad de mantener su corazón intacto, de encontrar la expresión de su corazón y de vivir esa expresión. Podemos dar a estos niños la oportunidad de fallar y de triunfar en sus propios términos, de estimar cuál es la respuesta interna y externa a su entusiasmo. Aquí tenemos la posibilidad de sanar nuestros corazones rotos; transformando los fragmentos en el todo. Al hacer esto –al permitir que nuestros hijos sean como son- cambiaremos la naturaleza de la educación.

¿Quién es el educador?
            Debido a las agendas de las instituciones académicas, a la financiación pública, los colegios se han convertido en una amalgama de ingeniería social y de manipulación extrema donde los niños son los conejillos de indias. Los resultados son sorprendentemente atroces, no solamente en cuanto al deterioro de la preparación y de la capacidad general de los jóvenes, sino también en cuanto al aumento de violencia que surge de la fallida educación contemporánea.
            La curiosidad es difícil generarla en un niño, pero fácil destruirla.
            Los niños pequeños tienen interés en cosas que nosotros hace mucho tiempo olvidamos que incluso existían. 
            En la educación actual, se segrega a los niños por edades, privando a los mentores más obvios, es decir, a los niños más mayores, de la admiración de los menores y de la responsabilidad  para con éstos.
            Los niños, aprenden de aquello que les interesa, de aquello que está en su mundo más cercano, de aquello que está relacionado con ellos. La educación se halla en el todo, no sólo en el profesor.
LA EDUCACIÓN Y EL MIEDO
Aprender sin miedo
            Aprender tiene que ver con vivir una situación nueva asimilando la naturaleza de la experiencia y entendiendo la información que se desprende de ésta. No podemos aprender de manera integral sin todos estos aspectos entrelazados.
            No sabemos mucho sobre el proceso de aprendizaje porque hemos aprendido, como es lo habitual, desde el miedo. Lo que hemos aprendido en gran medida es a sobrevivir.
            Un niño pequeño no está todavía adoctrinado y aprende a través de la curiosidad, descubriendo cada entorno a través de la experiencia directa, cometiendo errores sin miedo, tienen que aprender que existe algo que se llama “incorrecto”.
            Cada una de las respuestas que ofrecen es una posibilidad, cada una de sus experiencias es válida, y así aprenden. Aprenden sobre todo.
Suspender exámenes
            Cada uno de nosotros califica aquello que tiene lugar en nuestras vidas. Lo comparamos con otras experiencias, comparamos al alumno con mejores notas en esta clase con el alumno con mejores notas en la otra. Así se estructura el mundo en que vivimos. Estamos demasiado ocupados educando para pararnos a considerar alguna vez la naturaleza de la educación en sí.
            Valorar a los niños por lo que son, que les otorguemos la responsabilidad de dirigir su propio aprendizaje, y que lo evalúen ellos en términos intrínsecos.
Exámenes, exámenes
            Evaluar lo que aprende el niño es un concepto mal concebido. Porque examinar es un problema. Los exámenes o evaluaciones funcionan de tal manera que claramente dividen a los estudiantes en términos socio-económicos.
            El verdadero problema con los exámenes es que al niño no le aportan nada, los convierten en estadísticas, les ponen etiquetas, y los estresan con la humillación de un fracaso impuesto.
            Los exámenes no tienen nada que ver con el aprendizaje, ni con la enseñanza, ni con el hecho de relacionarse con el niño. No comenta el bienestar, ni la creatividad, ni la alegría.
            Lo que se aprende no es cuantificable por la autoridad del examen, sino por la colaboración de aquellos que comparten un entorno de aprendizaje y que pueden responder a una pregunta.
            Los exámenes no pueden medir cómo  integramos todo lo que sabemos con todo lo que vivimos. No pueden medir lo que saben, solamente lo que NO saben. Los exámenes no enseñan al niño, son las personas quienes los enseñan.
El aprendizaje y el comportamiento
El anhelo interno es la motivación más directa que tiene un niño para aprender.
            Los niños han descubierto todo tipo de salidas para no ser condicionados debido a que son unos aprendices extraordinarios con una creatividad y un espíritu tremendos: no prestan atención, rinden por debajo de su capacidad, rinden más de lo esperado, abandonan, se retraen, y así sucesivamente.
Más allá del miedo
            Posiblemente, todos los tipos de educación fragmentada fallan porque no proveen la integración, la síntesis de los fragmentos que enseñan. La educación que se limita a la información y a los conceptos no es capaz de enseñar al niño íntegro y no puede fomentar una vida íntegra, una vida feliz.
            El aprendizaje integrado, es incomprensible para aquellos que están  obsesionados con la información.
            El dilema educacional ha cambiado, está cambiando y cambiará, porque la verdadera educación es cambio. Un sistema de aprendizaje ha de estar abierto a las corrientes de exploración espiritual, intelectual, física, emocional y artística que circulen en la sociedad.
            El no-saber es la fuerza motora del aprendizaje del niño. Todo aquello que el niño aprende únicamente alimenta su curiosidad natural, cuanto más descubre el niño, mayor es su no-saber.
            Lo que permanece cuando eliminamos las limitaciones impuestas por las teorías de la educación es la creatividad.
El niño feliz es un mundo fragmentado
            El joven ha aprendido la habilidad de relacionarse, de comunicarse, de ser creativo. Ha aprendido a dirigir su aprendizaje  y su vida. Siente gran confianza en estas facultades, ya que dicha confianza no ha sido destruida. Este adulto que emerge no fue nunca dominado sistemáticamente; se nutrió su espíritu y se le dio permiso para explorar. Lo que es más importante, a este adulto íntegro nunca se les enseño la más atroz lección que la mayoría de los estudiantes aprenden monótonamente día a día: el poder es más importante en las relaciones humanas que las relaciones en sí. Debido a que a este niño (ahora adulto) nunca le inculcaron el culto al poder, existe la posibilidad de que realmente sea feliz, de que su corazón cante, de que haya una sonrisa en su cara cada mañana porque aún dispone de un día más para relacionarse, para ser creativo y para dejar fluir su curiosidad.
            El aprendiz que auto-dirige su educación sabe muy bien lo que le interesa.
            Los niños de este tipo de colegio aprenderán a identificar lo que les interesa, a organizar sus recursos en torno a esos intereses, a comunicarse para reunir el material necesario, a establecer las normas del entorno junto con aquellos que le rodean, y hacerle frente a su propia mente –a lo que le aburre y a lo que le interesa. El niño va a aprender a comunicarse, ya que nadie va a hacerlo por él. No es un entorno pasivo; es un entorno que se auto-crea.
            Los adultos con estas facultades son líderes, empresarios, artistas, creadores. Están equipados para el éxito con su espíritu interno, impidiendo que lo defina la sociedad. Este es el potencial del niño feliz.
            No es difícil facilitar a los niños un lugar seguro donde reunirse para aprender, proporcionándoles los materiales, recursos, maestros y guías adecuados. No es difícil reconocer que los niños nacen con el instinto de aprender y crear. Ellos no necesitan de nuestra ayuda para aprender cómo aprender; saben lo que les interesa. Ahí es donde se dirige su atención y su energía, y de forma mágica, el aprendizaje tiene lugar. El interés causa el aprendizaje, y ellos quieren aprender acerca de lo que les hace felices.
            La dirección empresarial está abarrotada de personas que no saben tomar decisiones, o que simplemente no se atreven. Nunca tuvieron que decidir gran cosa porque pasaron por un sistema educativo que tomó todas las decisiones por ellos. Todo lo que tenían que hacer era aprobar exámenes.
            El gobierno japonés ha comenzado recientemente a revisar su sistema educativo para disminuir el número de horas en el colegio, para reducir a un tercio la cantidad de información que se enseña, y para apartarse del aprendizaje memorizado. Es más, está introduciendo periodos cortos diarios de estudio integral, en el cual se pide a los estudiantes que ejerciten el pensamiento creativo y que, por sí mismos, se dediquen a cultivar sus intereses para así alimentar su entusiasmo por la vida. El presidente de la IBM dijo textualmente: “ Lo que necesitamos es el tipo de persona que sea capaz de crear cosas nuevas, de alzarse ante nuevos retos, y de pensar cómo obtener resultados por sí mismos. Ya no necesitamos personas que simplemente saquen bunas notas”. Japón dispone de suficientes trabajadores, pero son escasos los pensadores creativos, los empresarios, y los individuos sencillos, ahora necesarios para su economía post-industrial.
El fracaso de la educación
            La educación, tal y como se practica en nuestra sociedad, supone la destrucción del niño. Nacidos plenos de curiosidad y guiados por su necesidad de aprender, los niños son manipulados con castigos y con premios para rendir en los exámenes,  para comportarse de acuerdo a reglas arbitrarias, y para no comunicarse entre sí. Sus profesores son a su vez tratados injustamente, forzados a desempeñar un papel determinado, a comportarse y a reaccionar de cierto modo, y a presentar una información empaquetada que ni a ellos mismos les interesa. Esta extraña situación no solamente fracasa a la hora de impulsar individuos creativos, sino que se derrumba en el abismo de su propia violencia.

EL APRENDIZAJE DEMOCRÁTICO
El individuo y la sociedad
El que aprende en libertad, comprendiendo que la comunidad escolar  se basa en las relaciones, y que dispone de pleno poder dentro de ella, puede entender fácilmente el propósito de participar en la toma de decisiones, y también las obvias consecuencias de no tener que ajustarse a las normas, establecidas de mutuo acuerdo.
            No necesitamos moldear a los niños para que formen parte de la sociedad, ni queremos tampoco fomentar la expresión anarquista movida por intereses personales. Lo que es posible es entender la realidad de interconexión del individuo con el todo. En esto consiste el potencial humano, no como se enseña en un seminario o en un libro, sino como expresión que emerge del mismo niño. Se trata del aprendizaje holístico, en el cual se deja al niño solo para que aprenda, interactúe, se equivoque, se corrija, se relaciones, ame.
La educación obligatoria
            La educación obligatoria, fuerza a los colegios a almacenar estudiantes que no tienen ningún interés en estar en el colegio.
            Los profesores no quieren enseñar a aquellos que no quieren aprender. Los estudiantes no quieren aprender con profesores con quienes no mantienen ningún tipo de relación, ni sobre materias en las que no se sienten interesados.
            El contexto de la violencia comienza a tomar forma cuando se niega la libertad y no se permite la responsabilidad.
El plan de estudios obligatorio y las criaturas del estado
            El libre flujo de ideas, de información y de variables se detiene debido a que sólo se enseña y se examina la información certificada. Solamente aquellos examinados y aprobados pasan a una posición de poder, y sólo aquellos en posición de poder determinan la certificación de la información que se enseña.
El debate y la toma de decisiones sobre el aprendizaje
            Podríamos afirmar que el comportamiento y la memorización son un tipo de aprendizaje, pero ciertamente no el aprendizaje holístico, que considera la resolución de problemas y la compleja toma de decisiones, e incluye la relación con el entorno en su totalidad. La memorización proporciona facultades, pero se trata de las facultades de repetir como un loro, y como ya sabemos, los loros necesitan adiestradores para actuar.
            Posiblemente éste sea el motivo de que la capacidad de resolver problemas de los estudiantes haya disminuido a lo largo de las pasadas décadas, mientras que los resultados de sus tests de coeficiente intelectual han ido aumentando.
            Un niño no sólo necesita de completa libertad para explorar, experimentar, y realmente aprender. Principalmente enseñamos lo que llamamos responsabilidad solucionando por ellos los problemas que tienen los estudiantes en un colegio, plasmando esas soluciones en reglas de conducta, e imponiendo esas reglas. Aquellos que se rebelan, que demandan libertad y que son responsables con su demanda comportándose al margen de las normas, son castigados y se convierten en marginados. Aquellos que obedecen son considerados ciudadanos responsables por aquellos que dirigen el colegio. Pero esto no es responsabilidad; una vez más, es simplemente comportamiento.
La libertad y la responsabilidad: no se puede tener una sin la otra
            A menudo intentamos inculcar disciplina a los niños forzándoles a hacer algo que no quieren, en lugar de pidiéndoles que observen las consecuencias de sus acciones y que tomen la responsabilidad de lo que dicen, de lo que hacen y de la reacción que provocan en los demás. La disciplina no consiste sólo en hacer las cosas que no queremos hacer, sino también en ser capaces de hacer las cosas arduas que sí queremos hacer.

APRENDIZAJE Y CREENCIA: EL EXTRAÑO CASO DE LA REALIDAD PERDIDA
Perspectiva cultural
            Es imposible abordar la cuestión de la educación de nuestros hijos sin hacerse cargo de la difícil tarea de entender la cultura en la que aprenden. En la cultura occidental contemporánea, estamos sujetos a las poderosas fuerzas de los medios de comunicación, las cuales condicionan nuestros puntos de vista de maneras muy complejas. Difícilmente podemos movernos dentro de la sociedad sin ingerir el marketing de algún que otro producto.
            Los niños a los que se les ha dado la responsabilidad, y la libertad de ponerla en práctica, desarrollan, como consecuencia, un pensamiento crítico. Tienen la oportunidad de explorar lo que les satisface y lo que no. El niño cuyo criterio y cuya voluntad han sido dañados durante los años de una educación coercitiva es el candidato perfecto a consumidor acomodaticio de todo aquello que esté a la venta. Claro que lo que está a la venta ha de ser producido, y el consumidor acomodaticio es también un dócil trabajador.
            Para educar a nuestros hijos de una forma nueva, hemos de entender nuestra cultura-los contrastes sociales y los paradigmas que forman nuestra perspectiva colectiva. Las fuerzas del mercado de masas y del consumismo surgen de patrones profundamente arraigados en nuestra sociedad y en nuestra historia. Reflejan precisamente las estructuras mentales y biológicas que configuran al individuo. Si podemos entender algo de nuestra realidad individual y colectiva, podemos tener la esperanza de crear un entorno de aprendizaje distinto a un mero adoctrinamiento dentro de nuestro mundo de conflictos.
            Podemos invitar a nuestros hijos a unirse a nosotros en el descubrimiento de una forma de vida que combine la fresca perspectiva del niño con el conocimiento del adulto. Se trata de un nuevo tipo de sabiduría que halla su perspectiva básica en la felicidad de cada uno de nosotros. En algo así, ni nosotros guiamos a los niños, ni ellos nos guían a nosotros, sino que somos co-creadores, y ponemos a disposición nuestras aptitudes, respetando la autonomía del otro y basándonos en el contacto profundo.
El pensamiento como tecnología
            La facultad de pensar no es la única área que merece la pena enseñar a nuestros hijos, y sin embargo es la única que se ha desarrollado en exceso en el sistema educativo de nuestros colegios. La capacidad de pensamiento lineal se mide, se comprueba y se cuantifica con facilidad como resultado directo del dinero que mueve la educación.
            El excesivo énfasis  en la educación en la educación del pensamiento, sin considerar su integración en la totalidad de la vida, sencillamente empeora la tragedia de este avance evolutivo.
            Educamos a nuestros hijos para competir, poniendo a prueba sus logros, y premiando a aquellos que destacan sobreviviendo y superando a los demás. Premiamos al individualismo sin sugerir que está interrelacionado con todo en la vida.
            El ser humano integrado no se sitúa por encima de los demás; se sitúa al lado de los demás.
Nada : lo que usted estaba buscando
            Nuestro mundo tiene demasiada información y no suficiente contexto. Lo que sirve a nuestros hijos no es simplemente el interminable flujo de información, sino la inteligencia para organizarla y utilizarla. Es cómo entendemos la información, no la información en sí misma, lo que define la inteligencia.
            La sobrecarga de información en los colegios es reflejo de una cultura obsesionada con la información y con el comercio, o con la información como comercio.
El nuevo docudrama realista: la fusión de la realidad y de la ficción
            La educación tradicional sugiere que enseña los hechos. Es posible que en tiempos más sencillos existieran hechos claros. Hoy, vivimos en un mundo complejo donde la manera en la que construimos y entendemos lo que es real está sufriendo cambios fundamentales. Los mundos virtuales generados por el ordenador, los mundos imaginarios televisivos y los increíbles acontecimientos transmitidos a través de los incesantes medios de comunicación, todos ellos compiten por un lugar en nuestra realidad.
             Éste es el mundo real: no podemos encomendar la vida de nuestros hijos a nuestra cultura contemporánea. Hasta aquí es obvio. Es mucho mejor encomendar nuestra cultura a nuestros hijos, dándoles las herramientas necesarias para entender la fuerza que se han desatado para informarles, manipularles y venderles artículos. La inteligencia de una persona íntegra, del ser humano integrado, tiene la posibilidad de aplicar las habilidades aprendidas en un mundo que cambia rápidamente, donde mañana no se parece en nada a hoy, donde la realidad y la ficción se entrelazan dirigidas por el dinero movido por la publicidad. Si les damos la oportunidad, nuestros hijos pueden transformar nuestra cultura antes de ser engullidos por ella.

Todo es comida para la mente
            Las imágenes violentas emitidas a través de los medios dirigidos por intereses económicos cambian literalmente la química del cerebro del niño; esas imágenes se reflejan en pesadillas y en agitación mental, y también se manifiestan en más comportamiento violento. Ésta es una droga; cambia el estado de la mente y tiene efectos secundarios.
            Todo el entorno es una droga. Todo es comida para la mente. Somos, sin duda, lo que comemos.
LA NATURALEZA DEL APRENDIZAJE
No confíes en nadie con más de tres años
            Ésta es la edad de las inagotables preguntas ¿Por qué?.
            Los niños pequeños son simplemente curiosos. El hecho de aprender algo no satisface su interés. Su sed no se sacia con respuestas. Ellos quieren saber más, independientemente de lo que ya hayan descubierto. Su pregunta en la vida es su vida.
            Nosotros no podemos responder a su pregunta. Podemos, sin embargo, unirnos a ellos en su pregunta. Esto requeriría que nos desprendiéramos de todas nuestras respuestas. Puede que perdamos la noción del tiempo. Puede que hoy no consigamos hacer nada de lo que teníamos que hacer. Es posible que la pregunta no tenga ningún sentido; que no tenga nada ningún sentido, como un juego de puntuaciones, sin conclusiones, sin…ganador.
La profunda sabiduría del no saber
            Siendo uno de los más grandes maestros de todos los tiempos, Sócrates sugirió que no había nada que enseñar y nada que aprender, y que la sabiduría de la vida estaba intrínsecamente presente en cada persona. La pregunta únicamente revelaba lo que ya se sabía.
            Hoy, nuestras instituciones educativas se han olvidado en gran medida de la importancia de las preguntas y han apoyado nuevas y complejas formas de sofística. Los que están en el poder han continuado dejando claro que las preguntas no van a su favor.
            La educación pública fue diseñada para mandar mano de obra cualificada a los lugares de trabajo. Haciendo preguntas no se mantiene en movimiento la cadena de montaje, así que la educación enseñó técnicas de trabajo, no creatividad.
La espiritualidad y el aprendizaje
            Mientras que la enseñanza en el hogar puede cubrir las necesidades de mi hijo, no alcanza la más amplia posibilidad de cubrir las necesidades de todos los niños. La enseñanza en el hogar puede ser necesaria por el bienestar de mi hijo si no existe otra alternativa, pero siempre existe la posibilidad de crearla, para mi hijo y para todos los niños.
El mentor del núcleo de la educación
            La educación íntegra no consiste únicamente en que el niño aprenda de los adultos; consiste en que el niño aprenda de otros niños, en que el niño enseñe a los adultos, en que el personal docente enseñe a los padres, en que los padres enseñen al personal docente. Los niños ya disponen de la creatividad; simplemente recogen sabiduría. Los adultos han perdido a menudo la creatividad en todas las direcciones y en todas las dimensiones de nuestro ser, intelecto, emoción y espíritu.
            Una inteligencia inherente se pone en juego en el niño durante su proceso de aprendizaje cuando tiene que revisar, elegir, y fallar, o quizás acertar. Si tienen libertad, ¿no se sentirán también libres para pedir ayuda cuando la necesiten en su investigación? ¿No se acercará a aquellos que son expertos, a los que dominan un área de conocimiento?
            Cuando vivimos en la dicha de aprender todos somos maestros y estudiantes, magos y aprendices.
            Cualquier entorno de aprendizaje  ha de dar acceso al conocimiento y después dar acceso a una salida. Uno de los errores básicos en la mayoría de los colegios es que dan acceso a la información y dan acceso a la información y dan acceso a la información, pero no hay salida, no hay una puerta metafóricamente hablando. Es posible que los niños aprendan, pero rara vez tienen el espacio para experimentar con la información e integrarla en conocimiento y sabiduría.
CREAR COMUNIDADES DE APRENDIZAJE
La escuela viva
            Para enseñar a nuestros hijos a innovar, a crear, y a realizarse, nosotros hemos de hacer lo mismo. Podemos mirar a cada aspecto de nuestra vida para ver si es expresión del potencial humano, y no costumbre que nos hace sentirnos seguros. Podemos organizar comunidades de aprendizaje no solamente para nuestros hijos, sino para todos nosotros: escuelas vivas que cambien y sean flexibles ante los retos de nuestra vida y ante nuestras necesidades. Podemos reconocer la necesidad de integrar nuestra sociedad, no sólo en cuanto a la raza, sexo y clase social, sino integrando también a grupos de personas de diferentes edades, desde los más jóvenes hasta los más ancianos, de tal manera que la totalidad de la experiencia humana puede ser compartida. Podemos expandir el sentido de nuestras vidas para que no sólo abarque yo y lo mío, sino que me ponga en contacto contigo y con lo tuyo, fusionándose las facetas de la vida de cada uno para formar la joya de todas nuestras vidas.

La productividad y la felicidad
            El miedo a lo desconocido es el límite a nuestra creatividad, expresión esencial de nuestra felicidad y de la de nuestros hijos.
            Podemos producir un colegio donde los niños decidan por sí mismos lo que quieren aprender, un colegio que funcione democráticamente en lugar de jerárquicamente, con un aprendizaje innovador, experimental, que no segregue artificialmente a los niños debido a su habilidad o a su edad. Pero la cuestión de la educación es más profunda que sólo las estructuras de un colegio.
            Podemos crear un entorno de aprendizaje que no esté diseñado para implantar una determinada manera de experimentar el mundo, sino que permita a los niños a aprender en libertad lo que el mundo es en realidad. Un niño que aprende en dicho entorno bien puede cambiar el mundo, aunque como poco, vivirá liberado de nuestro miedo.
La familia basada en una concordancia de propósitos
            Con los rápidos cambios sociales y las cada vez más frecuentes mudanzas, la familia biológica intergeneracional se expande a menudo geográfica y temporalmente, más allá de su capacidad de funcionar como unidad de apoyo para sus componentes. No hay duda de que estos cambios en la organización social incrementan el estrés en la vida de los niños. Posiblemente esto suponga también una oportunidad de reconsiderar la familia, de crear nuevas estructuras, no biológicas, sino basadas en una concordancia de propósitos, en una afinidad y en una familiaridad.
            Podemos co-crear familias basadas en propósitos comunes de cualquier tamaño, con cualquier combinación de adultos y de niños, de cualquier estructura generacional, y podemos compartir lo más importante en nuestras vidas –nuestra entrega en el cuidado de los demás, nuestro apoyo, y el cultivo de lo mejor de la expresión del potencial humano.
            Con una estructura familiar estable, ya sea tradicional o basada en propósitos comunes, o ambas, nuestros hijos serán premiados con más tiempo, atención, cuidados y amor. Atendiendo a nuestras más profundas aspiraciones y dándolas expresión en nuestras relaciones íntimas, proveeremos a nuestros hijos con una familia cuidadosamente elegida y formada para su bienestar. Además, en una familia basada en propósitos comunes, tome la forma que tome, podemos encontrar los cimientos de una vida que florece con creatividad y curiosidad, y que sirve de componente vital en la sociedad de familias que constituyen una comunidad de aprendizaje.
Comunidades vivas
            De igual modo que la sociedad contemporánea ha fragmentado las familias, la misma estructura de nuestras comunidades también ha cambiado. Dentro de un mundo sobrecargado, sobre-estimulado y abrumador, las estructuras de las comunidades a menudo reflejan un deseo de privacidad, de seguridad y de control. Aunque éstos son elementos que ofrecen satisfacción social, nuestra cultura se ha convertido en un mundo aislado y desconectado.
            Nuestros hijos necesitan algo más que un hogar y una familia, a pesar de ser estos componentes tan esenciales. Necesitan una comunidad desde la que emerger al mundo y a la que regresar una y otra vez, quizás para quedarse a vivir en ella, quizás para compartir su vida y marcharse de nuevo. Un niño necesita una comunidad, no un conjunto de casas anónimas y avenidas desiertas; necesita una comunidad viva. Esto es más que un lugar. Son todos los potenciales relativos a las relaciones personales que se localizan en un lugar. Una comunidad así está viva: es donde las estructuras sociales apoyan lo inquisitivo, lo creativo, lo apasionado; donde los caminos llevan no sólo a destinos sino a descubrimientos; donde productividad, creatividad, vida y aprendizaje no están separados por edificios y zonas, sino integradas en formas que reflejan las más profundas aspiraciones del ser humano.
            Nuestros hijos necesitan una comunidad que les acepte, que les aconseje, que les instruya, que les transmita técnicas y conocimiento. Y nuestros hijos necesitan una comunidad que les pida colaboración, responsabilidad, y que acepte su ayuda, energía y creatividad.
Comunidades de aprendizaje
            La comunidad de aprendizaje es una sociedad que acepta la tarea de educar a sus jóvenes y también la necesidad continua que los adultos tiene de aprender.
            La comunidad de aprendizaje vive, trabaja y aprende a la vez, y aporta innovación, creatividad y eficiencia a dicha productividad, que es una expresión de felicidad.
            La comunidad de aprendizaje significa la liberación de los profesores en la misma medida que significa la liberación de los niños.
            Los padres en la comunidad de aprendizaje tienen la extraordinaria oportunidad de compartir sus vidas con sus hijos, no solamente por la tarde antes de acostarse, cuando apremia el cansancio, o durante las esporádicas actividades del fin de semana, sino como parte de lo cotidiano. El misterio de los padres desaparecidos, que se van a un lugar desconocido a algo que llaman trabajo, se resuelve. La comunidad de aprendizaje, donde los padres van a trabajar y a aprender, forma parte de la misma comunidad donde el niño va a aprender, y es donde, a fin de cuentas, viven todos. La comunidad supone compartir un lugar, un propósito, una vida. El padre es el creador de este lugar, e invita al niño a formar parte de esa creación. Juntos viven una vida íntegra, en la cual el objetivo es la felicidad, y su lugar de expresión está allí donde trabajan, aprenden, juegan –y viven.


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