EXPERIENCIA DE LOS PADRES

ESTABLECIMIENTO DE LÍMITES. EXPERIENCIA PERSONAL.
Emilia y Mikel.
Mediante este escrito vamos a “intentar” plasmar por escrito la experiencia que hemos vivido en casa durante este año, y en concreto, nuestra experiencia en relación al establecimiento de límites a nuestros hijos.
No es tarea fácil, muchas veces es complicado escribir lo que uno siente, o por lo menos, expresar lo que realmente se quiere contar, pero creo que vale la pena intentarlo, primero por los resultados que nosotros hemos obtenido, y segundo porque compartir la experiencia con otros padres que, se pueden sentir en algún momento tan desorientados como nosotros nos hemos sentimos, puede ser positivo.
Mikel (mi marido) y yo, tenemos dos hijos: Pablo, de tres años y medio, y Mikel de un año y medio. Pablo es un niño muy noble, muy receptivo y muy listo. También es un niño muy movido, y con un fuerte carácter. Mikel es un niño muy bueno y muy tranquilo, se nota mucho que es el segundo, porque está mucho más acostumbrado que Pablo a estar ratos solito.
En casa trabajamos los dos. No obstante, yo tengo reducción de jornada, por lo que me dedico todas las tardes a cuidar y disfrutar de mis hijos.
Este año ha sido muy difícil con Pablo. Entre el nacimiento de su hermano, el cambio de la guardería al colegio, y el “pulso” al que nos ha estado sometiendo todo el año, a mitad de curso llegó un punto en el que, tanto su aita como yo, estábamos desesperados, y realmente preocupados.
Era imposible conseguir que cumpliera una orden, por muy sencilla que fuera. Así que el día a día era agotador. Había que enfadarse con él para que hiciera cualquier cosa, desayunar, vestirse, volver del parque, bañar….Y cuando algo no le gustaba, o cuando le negabas algo, entonces nos llamaba tontos, o levantaba la mano….Con la carga emocional que ello conlleva, además del cansancio físico, cada día su aita y yo estábamos más agotados, más impacientes, más frustrados y más preocupados. Sobre todo, porque veíamos que Pablo era el primero que no era feliz, estaba todo el día enfadado y con la palabra “no” en la boca. Por otro lado, Mikel seguía tan tranquilo como siempre, pero el hecho de no dedicarle mucho tiempo, nos hacía sentir mal.
Tras darle un millón de vueltas, llegué a la conclusión de que Pablo lo tenía absolutamente todo, por lo que no tenía ninguna motivación para hacer bien las cosas y portarse bien. Y no hablo sólo de cosas físicas, que también, sino emocionales. Daba igual que se portara mal, que gritara, que no obedeciera, que nos dijera tontos…Al final, siempre estábamos por y para él, contándole cuentos, jugando con él, haciendo todas las cosas que a él le gustan, y sobre todo, quitándole tiempo a su hermano, para dedicárselo siempre a él.
Tras intentar hacerle cambiar de mil maneras (llegué a comprarle una cartulina de las que había visto hacer a  Super Nany en la tele y establecer el sistema de los puntos rojos y verdes, con recompensas y castigos…), me di cuenta de que, cualquiera de estas acciones, me llevaban al mismo punto. Como he avanzado, Pablo es un niño muy receptivo, y muy listo, y detectamos que hacía equilibrios entre las acciones buenas y malas. Es decir, se portaba tres días bien, y al cuarto volvía a las andadas, y luego se volvía a portar otros tres días bien, y luego otra vez a las andadas….Así que pensé que debíamos adoptar alguna acción con él a largo plazo, de manera que interiorizara bien las actitudes positivas, y también las consecuencias de las negativas.
Así, para hacerle entender que él debía respetar a sus aitas, a los niños, y a cualquier persona, y para que entendiera que tiene que obedecer, y que sus actos tienen consecuencias en su entorno, decidí partir de cero y quitarle absolutamente todo. Le explicamos que conforme su actitud fuera cambiando, iría consiguiendo todo lo que había tenido hasta ahora, sin valorarlo. Le explicamos que lo único que tiene que hacer un niño es respetar a los demás y obedecer a sus aitas.
Mikel, mi marido, estaba un poco asustado con mi idea, pensaba que igual estábamos siendo muy crueles con Pablo, y me pidió por favor que le contara a Isabel cuál era nuestro plan, para que ella nos diera su opinión sobre si era algo demasiado cruel y nos estábamos equivocando, o por el contrario era aceptable.
Así que un lunes por la mañana, dejé a Mikel en la guarde y estuve hablando con Isabel más de una hora. Después de explicarle cuál era nuestra situación mediante ejemplos de comportamientos de Pablo, me dijo que le parecía una buena idea, siempre que no se eternizara en el tiempo, estuviéramos completamente convencidos de lo que íbamos a hacer y fuéramos constantes y firmes.
Ahí empezó un tiempo realmente difícil para Mikel y para mí. Fue muy duro dejar de jugar con él, dejar de contarle cuentos, dejar de hablarle más allá de lo estrictamente necesario, dejarle sin juguetes,….Y sobre todo, mantenernos Mikel y yo firmes, porque había momentos en los que nos daba mucha pena todo. En fin, no es fácil ir al parque y que tu hijo sea el único que no tiene juguetes…y sobre todo, no es fácil verle sufrir por ello…
Pero sin darnos cuenta, empezamos a ver a un Pablo mucho más contento con todo lo que iba consiguiendo, con los logros que conseguía con su comportamiento, con el cambio que estaba consiguiendo con aita y ama gracias a su actitud…Y empezó a enseñarnos muchas cosas. La primera de ellas es que estaba pidiéndonos a gritos límites y contención, la segunda que con esos límites él es mucho más feliz y está más tranquilo, y la tercera, que es un niño muy, muy cariñoso (yo siempre había pensado lo contrario). Creo que nos ha dado más besos y abrazos en estos tres meses, que en los tres años anteriores…
Así que hoy día sigue consiguiendo cosas (aún no las ha recuperado todas), pero es un niño mucho más feliz, y mucho más fácil. Y sobre todo, los cuatro hemos recuperado una paz que se había perdido en casa. Y lo mejor de todo, los tiempos para Pablo y Mikel son mucho más equitativos, de hecho, muchos tiempos son compartidos, porque a Pablo y Mikel les gusta mucho estar juntos.
 A Pablo ahora da gusto verle desayunar, vestirse, volver del parque, jugar con los niños…Y por supuesto, tiene días en los que está tremendo, o enfadón, o más quejica, pero esa es la excepción, y eso nos pasa a todos, adultos y niños tenemos distintos estados de ánimo según el día.
Así que mi experiencia en la imposición de límites ha sido muy positiva. Todos hemos ganado, pero el que más ha ganado es él, porque ha aprendido a valorar lo que tiene, y sobre todo, ha aprendido que todo eso lo ha ganado gracias a su actitud.

P.D. Isabel, una vez más, gracias por tu apoyo en todo este proceso.

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